Coinciden en la historia
dos comadres,
un poeta de la zurda
y un viejo cantor de murga.
Que una tarde gris por Balvanera,
fueron testigos y con asombro,
de la caída de un Angel
que sin escombro,
se acomodó como pudo su ropaje
y desplegando sus alas
muy compadre,
se sentó en el roto cordón
de una vereda.
Reposó su fueye entre las sedas
y vibró en un 2 x 4
de un tango entreverado.
Brotaron los acordes cadenciosos
remontando por el aire
en curvo vuelo
y al llegar a las alturas decidieron
desparramar colores desde el cielo.
Se iluminó el barrio en ese instante
y un tango estremeció
la tarde entera,
traspasó las paredes, las vidrieras
y en arrebato pasional
llegó hasta Melo.
Lo envolvió en sus compases melodiosos
y El, lo abarajó con su paleta,
sabiendo que era su meta
en las telas retratarlo.
Y es así que fue pintando,
la alegría y el amor,
la ilusión junto a la pena,
en un mano a mano entre Ivonne,
Gricel y Malena.
Se dice que desde entonces,
si Usted va por Balvanera,
sentirá vibrar un tango
cuando entrecierre los ojos
en una esquina cualquiera.
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